domingo, 24 de mayo de 2009

Ya tocaba, ¿no?

Buenas lectores. De nuevo aquí les traigo más textos, esta vez los dos de mi autoría. Uno de ellos es un soneto, el primero que escribo. El primer cuarteto del poema es de uno de Lope de Vega, se lo dejo también. El otro texto es un pequeño relato, bastante bello según los que lo han leído ya. Espero que los disfruten, y continúen mandando sus textos para que se publiquen en el blog. Deberán perdonarme si me ausento demasiado este mes, estoy con los exámenes finales y dispongo de poquísimo tiempo. Por ello, les dejo bastante material. Un cordial saludo.

Amor,no se engañaba el que decía
que eres monstruo engendrado de la tierra,
que de los elementos eres guerra,
luz de la noche, oscuridad del día,

tu ausencia volvería la vida fría,
y mientras afilas tu enorme sierra,
que abre el corazón y lo desentierra,
la víctima, ajena al proyecto, reía.

Un sentimiento que empieza y que acaba,
sonrisa había antes de tu llegada
pero al partir, desolación quedaba.

El amante lanzaba su mirada,
y que la amada esquivar intentaba,
él insiste, ella queda enamorada.



El poema de Lope de Vega al que pertenece el primer cuarteto:

Amor, no se engañaba el que decía
que eres monstruo engendrado de la tierra,
que de los elementos eres guerra,
luz de la noche, oscuridad del día,

dios por temor, y rey por tiranía,
hijo de Marte, que la paz destierra,
y de una errada, por quien siempre yerra,
vencida la razón de tu porfía.

No te espantes de ver que te adoramos:
que de gentiles a temor sujetos,
la Muerte fue adorada por dios fuerte.

Así como a la muerte, altar te damos,
pues todos dicen, viendo tus efetos,
que eres hijo del tiempo y de la muerte



Y aquí el texto.

Íbamos andando por una calle, al atardecer, y sólo nos iluminaban el par de farolas de luz amarillenta. Nuestras manos entrelazadas, nuestras miradas en el horizonte. Andábamos lentamente, y en silencio.

-¡Mira!¿Qué clase de amigos somos, que se toman de la mano como una pareja?

Le miré de reojo, extrañada por la espontaneidad y la realidad del comentario. Él seguía mirando al frente, como si nada pasara, como si sólo lo hubiese pensado en su mente. Resentida, y sin saber muy bien por qué, solté su mano. Seguimos andando. Noté que me miraba. Le miré. Una sombra severa y de duelo le recorría el rostro y los ojos. Le pregunté sin palabras. Son un suspiro, dijo:

-No he dicho que me sueltes...

Le miré. Me miró y sonrió.

martes, 28 de abril de 2009

¡Aviso!

Aviso a las personas que me mandan correos para que publique sus textos, o simplemente por compartir alguna información u opinión. He cambiado de cuenta de correo electrónico, lo que no significa que deje de utilizar la otra, sino que la miraré con menos frecuencia. La nueva dirección es: lidia_eones@hotmail.es

Para las personas que todavía no se han animado a compartir sus textos, les invito a que lo hagan.

Un cordial saludo a todos.

Y para terminar con buen sabor, un texto de nuestra compañera Mariana Sánchez...

Estoy desayunando en la mesa. Sentada justo en el mismo lugar donde hace poco tú yacías, mirándome sentada frente a ti. Nunca olvidaré esa mirada, pues nunca sentí una igual, tus ojos traspasaban mi cuerpo, mi alma, con tanta intensidad, con tanto amor, tanta pasión.
Nunca olvidaré tus ojos, cielos, como me encantaba mirarlos y alcanzar a ver la profundidad de tus sentimientos en ellos, podía ver hasta dentro de tu alma, podía conocer lo que sin querer me ocultabas.
Nunca olvidaré tus manos, la manera en que se entrelazaban con las mías, como por accidente, la forma en que acariciaban mi rostro de una manera tan sutil y delicada, como si fuera a romperme en mil pedazos si no me tocabas con cuidado…. Y cómo adoraba cuando jugabas con mi pelo, muchas veces intentando robarme un beso….
Y tus labios, nunca olvidaré tus labios….simplemente la forma en que encajaban con los míos… era magia, se sentía como si mil fuegos artificiales explotarán en mi interior cada vez que tus labios se acercaban a los míos e imprimían en ellos la huella de nuestro amor…
Nunca olvidaré nada, no quiero hacerlo, porque fue para mí, aunque efímero, lo más dulce, puro y verdadero que pude haber sentido. Y aunque haya aparecido súbitamente, las marcas de mis sentimientos durarán por toda la eternidad.



...junto con un microrrelato que escribí con mi profesor de Prensa.

Sentado en el borde de la bañera, le dije: “llevas muerta cinco semanas, Sandra.” Era hermoso su cuerpo entre el vapor que desprendía el agua caliente.
“Iba a decirte lo mismo justo ahora”, murmuró como si hablara sola mientras se aclaraba el pelo.
Me di la vuelta. El espejo del baño no reflejó mis lágrimas.

viernes, 17 de abril de 2009

Desengaño

Bueno, de nuevo estoy aquí para dejarles una entrada llena de contenidos. Como en estas semanas pasadas no he podido dejarme caer por aquí, voy a compensarles por ello. Esta vez prometo cultivar el blog algo más, por lo menos una entrada semanal, que bien se la merecen los que me siguen leyendo. Sin más preámbulos, les voy a dejar un poema de Lope de Vega que describe lo que es el amor, un relato de Mariana Sánchez, y otro mío, que los dos hablan sobre el desengaño y la frustación amorosa. Espero que los disfruten. Saludos a tod@s.


Desmayarse, atreverse, estar furioso;
áspero, tierno, liberal, esquivo;
alentado, mortal, difunto, vivo;
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hayar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo;
anojado, valiente, fugitivo;
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que el cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien lo probó lo sabe.


Lope de Vega




Sentimientos

Puedo sentir en mi interior la suave calidez que desborda mi corazón cada vez que está junto a ti.
Pero tu corazón yace detrás de un delgado pero impenetrable muro de acero…
Porque no lo quieres dejar sentir. No quieres que mi corazón le comparta su calor, no quieres que lo contagie de la alegría que me embarga simplemente al escuchar tu dulce voz, al sentir tus tibios labios cerca de los míos en ese instante que aunque fugaz, significa para mí una conjugación de todas las emociones aunque para ti no sea más que un tonto error que no te puedes permitir una vez más.
Como quisiera que en tus sueños me pidieras a gritos estar contigo otra vez, en cambio soy yo la que sueña, la que solo sueña que algún día te tendrá, mas el duro golpe que me doy cuando despierto y vuelvo a la realidad es el más amargo momento, y el más cruel sentimiento que puedo acoger en mi pecho.
El dolor se acumula en mi garganta, ocasionándome un nudo de ridículo tamaño que me impide decirte lo que quiero que escuches, decirte que aún te amo y que no quiero pasar un segundo más sin ti, decirte que desfallezco por estar entre tus brazos otra vez.
¡Cuanto quisiera que todo fuera tan sencillo! Decirte que te quiero y que vuelvas conmigo, decirte que borremos todo lo sucedido… pero justo en ese momento en que me armo de valor te levantas y te vas porque alguien más te llama y no puedes tardar. Y así te alejas… y me dejas sola, con los sentimientos a flor de piel y los ojos inundados de saladas lágrimas que nunca, nunca haz de ver. Cómo quisiera que tú lo supieras… si tan solo prestarás atención a lo que mis tristes ojos tratan de transmitir cuando se encuentran con los tuyos ya lo habrías averiguado. Pero nunca sucederá porque en este nuevo mundo donde decidiste vivir no soy más que aquella dulce amiga que se preocupa por ti.


Mariana Sánchez




Cada una de tus palabras desgarra mi alma con ferocidad ardiente. Cada instante quiero decirte “quiéreme, quiéreme, aunque sea falsamente, pero quiéreme”. Mi mirada te busca, mi corazón te busca. Mi mente te huye, mi cuerpo te huye. Siento como mi sangre fluye por las venas al son de tus latidos, que me hierve cuando me tocas. Amo el modo en que tus dedos se entrelazan con los míos, o cuando tu mano recorre las raíces de mi melena caoba. Amo el modo en que susurras en mi oído palabras de consuelo. Amo el modo en que me abrazas y me acomodas, el modo en que me tomas en tu regazo y me arrullas, el modo en el que simplificas los hechos hasta hacer parecer lo más complejo algo banal. Amo todo lo que haces. Te amo a ti. Te amo, pero, no sirve de nada. Porque sigo malgastando mi amor en una caricia desesperada.

Lidia Martín

martes, 31 de marzo de 2009

Sucesión de días

Queridos lectores, vuelvo por estos lares. He terminado los exámenes, y las vacaciones se aproximan, por lo cual, podré dedicar mucho más tiempo a mimar el blog. Hoy traigo una sorpresita, un pequeño relato de una joven escritora que se ha puesto en contacto conmigo. La felicito por el buen relato, la complejidad de la idea y el modo de expresarlo. Espero que disfruteis con él tanto como yo, y animaros a mandar vuestros textos si quereis que se expongan en esta página. ¡Un cordial saludo a todos y todas!

Iba caminando por la transitada avenida llena de estudiantes, de madres dejando a sus hijos en la escuela, de hombres conduciendo desesperadamente entre el inmenso tráfico que no les permitía llegar a su destino. Mis pasos eran fuertes y rápidos, en esta ciudad todo debía ser así: apresurado. Pero a pesar de esa circunstancia podía apreciar todo a mi alrededor, el viento tocaba mi rostro, despertándome, los delicados rayos de sol acariciaban mi piel, podía sentir su calidez, podía sentir que estaba viva. Pude sentir la esencia de mi ser, saborear mis sueños, abrazar mis esperanzas… pude sentir que era yo y que todo estaba bien. No tenía un camino fijo, sin embargo seguí caminando ya que no importaba a donde llegará, lo que importaba era que siguiera un camino y fuera feliz.

Mariana Sánchez

domingo, 22 de marzo de 2009

La simplicidad de las cosas

Bueno, aqui me encuentro de nuevo para compartir con vosotros una nueva creación. Con eso de los exámenes trimestrales no he tenido mucho tiempo, así que es un breve relato que tuve que redactar para incluirlo en un fancine. Se llama Mar de Leva, y éste sería el segundo número que saquemos los componentes del taller de prensa de mi instituto. Es muy interesante, puesto que la gran mayoría aporta algo, un cuento, un poema, una canción... Como me encargo de montar este año la revista, podría subir algún relato con el consentimiento del autor. Barajaré las posibilidades y os comentaré. Y ahora sí, sin más preámbulos, el relato. Espero que disfruten con él.

Saludos.


La nueva casa parecía tener habitaciones más amplias.
En la entrada había un gran jardín con enormes cipreses, arbustos recortados en formas geométricas, cúmulos de flores coloreadas de infinitos colores. Un caminito de cantos rodados llevaba hasta detrás del edificio, donde florecía un vergel mucho más extenso. En una de las esquinas se distinguía un bosquecillo de sauces. En la otra, una laguna con nenúfares, juncos y plantas similares. Parecía una postal de Versalles. El agua fluía en una fuente de mármol. El borboteo incesante apremiaba a dejarse llevar por el susurro y dormir plácidamente.
Mis ojos se desviaron hacia una figura que se encontraba sentada en el borde del surtidor. Pensé que era una de esas esculturas que imitan las figuras griegas. Pero vestía un camisón azulino, que le llegaba por debajo de las rodillas. No era una escultura, ni Natalie, ni Marian, ni Gina, ni tampoco Paola. Iba a aproximarme hacia ella, pero de improvisto, desapareció. Sería una ilusión mía, porque no volví a verla. Ya regresaba al interior de mi hogar. La noche había caído y sólo unos tenues rayos permanecían en el cielo, luchando por no apagarse. Las frondas perfilaban runas amenazadoras que intimidaban a cualquiera. Casi corriendo, con el pulso en la sien y el miedo persiguiéndome. No veía nada a mí alrededor.
De repente, me salió una persona al paso. Era la muchacha de la pila. Su piel tenía una tonalidad cadavérica. Llevaba una túnica fina, de la cual salía un solo conjunto, un muslo que terminaba en un muñón translúcido.

sábado, 21 de febrero de 2009

Mucho que decir en pocas palabras

Bueno, aquí estamos de nuevo. Esta vez, para mencionar un tipo de escritura que no es muy practicado, y no se valora tanto como debería. Me refiero al microrrelato. En esta semana colocaré un par de ellos que he estado escribiendo, conforme los retoque y mejore.



"Existir. Ese era mi problema. El simple hecho de ser quien soy, de ser como soy. Me ahogaba en un mar de sufrimientos, remordimientos y dolor. Jamás me hubieran convencido de lo contrario. La realidad era que mi vida goteaba, iba desapareciendo poco a poco. Cuanto más me obligaban, peor. Mi sombra me perseguía en las tinieblas. Mi piel cada vez se juntaba más a mis huesos, el tiempo absorbía mi esencia. Me vigilaban mucho, para que no dejara de alimentarme. Yo me las arreglaba para después de eso, eliminar toda sustancia de mi cuerpo. Creía que sería lo mejor, que podría ser feliz. No conseguí burlar a la muerte."



"La gente cambia. La sociedad rota, gira y se transforma. La depresión es ya una cosa en común para todas las persona. Sin embargo, yo soy distinta. Veo como el tráfico avanza, se atasca y vuelta a empezar. El ruido, el humo y los malos modos. Lo vivo, lo siento, pero no me afecta. Desde mi ventana observo el gran edificio que se alza frente a mí. Con sumo cuidado, tomo el mando de dos botones, y cuento. 4...3...2...1..."



Espero que hayan sido de su agrado. Les comento que si tienen algún texto que quisieran publicar, puede contactar conmigo en esta dirección de correo:

lidiamartinlopez@hotmail.com


Un cordial saludo.

Lidia.

martes, 10 de febrero de 2009

Al ataque vamos

Subo, después de siglos de abandono en el lugar, un pequeño relato que estoy comenzando. Espero que les guste, y que aporten ideas para continuarlo. Gracias a los lectores, que sé que algunos nos leen desde el otro lado del charco. Un saludo y espero que sea de su agrado. Allá voy:

El tren abandonó la solitaria estación. El muchacho cargó con sus pesadas maletas y se dirigió a la salida. En aquel andén había dos únicas personas. Preguntó a una malhumorada señora por un albergue cercano o un hostal barato donde pudiera pasar esa fría noche. La señora clavó sus dos ojos azules en él y se giró, despreciándolo.

El muchacho salió a la calle desierta, temblando y comenzó a caminar. Sus pasos lo condujeron, al azar, hacia lo que parecía ser una pensión. Una sencilla placa lo anunciaba. Ya era muy tarde, pero detrás de las finas cortinas vio una luz mancilenta. Llamó a la puerta. Un hombre enjuto acudió, vestido con una bata larga y unos calcetines agujereados.

-¿Qué desea?- preguntó el hombre, algo reservado. El joven sacó algo de su bolsillo, un gran parche amarillo, con una estrella negra de seis puntas. El señor se quedó perplejo. Le lanzó una mirada inquisitiva, pero los ojos del chaval transmitían sinceridad. Asintiendo, se apartó de la puerta y le dejó pasar. Sin mediar una palabra, le condujo por unas escaleras destartaladas, hacia el final de un estrecho pasillo. Una vez allí, sacó una llavecita oxidada y le indicó con la mano que entrase.

“Día 13. Llevo ya casi dos semanas viajando sin rumbo fijo, o eso creo. Cada día que paso, la soledad me corroe por dentro. No deja que mi cicatriz sane. Mi ánimo flaquea cuando recuerdo lo lejos que estoy de allí. Cómo mi vida se ha desmoronado ante mis ojos, y sin poder evitarlo. En esta ciudad se respira el mismo aire puro, y en el horizonte me ha parecido distinguir un bosque de coníferas. No lo había pensado antes, pero toda mi vida la he pasado entre vegetación de ese tipo...”

Los recuerdos invadieron la mente del joven, las imágenes de unos años sin preocupaciones ni obligaciones, cuando todavía estaban con él. Sin tener consciencia del tiempo que pasaba, se quedó profundamente dormido. Al principio el sueño era tranquilo, pero, poco a poco, se definían sombras mediocres, y un susurro en su mente le suplicaba ayuda.